Cuando la muerte se encuentra cerca…

 El enfermero Luis Alberto Sarabia Hernández sabe lo difícil que es su profesión, que tiene como objetivo brindar los cuidados necesarios para salvar la vida de la personas, pero también se presenta la otra cara de la moneda cuando un paciente muere por causas naturales, por enfermedades o por algún accidente.

En estos casos, le ha tocado preparar un cuerpo para el trayecto del hospital hacia la funeraria, lo cual no ha sido fácil.

Con más de 10 años de profesión, Luis Alberto prefiere el área de Urgencias de un hospital para desempeñar su labor porque, según él, tiene su lado raro, complejo, ya que “nunca sabes qué te va a llegar. Puede que tengas un buen día y no se muera ningún paciente”.

En entrevista con Notimex, explica que cuando ese momento fatal llega para alguno de los pacientes, el profesional de la salud lo debe tomar como parte de un proceso natural, aunque no siempre lo consigue y le afecta de una u otra forma. “El día te cambia cuando muere un paciente, ver todo el proceso, de cuando se despiden los familiares, de hacer los preparativos post mortem, eso no ayuda a tu día”.

Y es que cuando un deceso ocurre, el licenciado en enfermería y obstetricia reflexiona sobre los casos de pacientes muy graves, en “cómo pudiste ayudarlo un poco más a que tenga un buen morir”.

Un primer paso es dejar que los familiares se despidan del fallecido. Un segundo paso, relata, es retirar los instrumentos médicos como el catéter, tubos, sonda y limpiar lo mejor posible.

Según las normas de cada hospital, al cuerpo se le pone un algodón en la boca, así como en los orificios nasales para evitar la salida de algún líquido. Una vez que se le pone ropa desechable, se mete en una bolsa para su traslado a la funeraria.

Luis Alberto reconoce que en estos momentos tiene un rito personal, pues prefiere hablar. “Le digo que va a ir a un lugar mejor, que ya no va a sufrir, que va a estar mejor, que se vaya en paz, que se vaya con calma”.

Admite que esta parte de su trabajo no es nada sencillo, pero sabe que debe realizarse con todo el respeto y un trato digno.

En caso de que un paciente en fase terminal ya requiera en casa solamente de cuidados paliativos, señala que es una alternativa para que no tenga dolor, que no sufra, “para que se vaya tranquilo y en paz”.

Si de malos días se trata, no puede evitar lo difícil cuando el caso es un niño. “El adulto, como sea, ya vivió, ya tuvo una experiencia; el niño no. El niño apenas está empezando”.

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