El alcalde y el sexo.

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Leobardo Sánchez Tovar/Reporte Tamaulipas     
Miércoles, 13 de Mayo del 2015     

La anarquía le ha ido ganando terreno al municipio, sin respetar siquiera las barbas del señor alcalde, que sin el mayor esfuerzo, parece sentarse a observar en su mecedora, a las inquietas niñas que afuera del hotel Ritz, negocian el precio de su chamba.

He escuchado decir que la moral de antes guardaba sus pecados en un centro de diversión para adultos llamado el zumbido, allá por el río San Marcos. Ahora no, creo que terminó por convencernos la ramplona filosofía de don GONZALO N. SANTOS, cuando dijo que la moral es un árbol que da moras, eso debió ser.

Yo he tratado de decirle al señor alcalde: ¡vamos a levantar las ruinas de la ciudad! ¡Vámos! ¡Levántese! apóyese en mí y vamos a rescatar lo que queda de Victoria. Vamos a rescatar el paso peatonal de la calle Hidalgo, y a echar a los invasores de la Sierra Madre, y a expropiar los terrenos del municipio, y a exigir calidad a las mafias del pavimento, pero creo que no me escucha.

Lo noto exhausto, lejano, no sé si está dormido o despierto; debe estar muy cansado, y cualquiera lo estaría, después de lidiar todo el día con los infractores de la ley, y los morosos del predial, y los tránsfugas del parquímetro.

La chamba del señor alcalde no se parece en nada a la labor de las niñas del hotel Ritz; ellas tienen una forma muy peculiar para publicitar su oferta. Ayer por ejemplo pasé frente a su palacio y una de ellas me dijo con una ternura de madre: “Papito, vamos al cuarto” y yo quise explicarle que en ese momento tenía un compromiso muy grande con el señor alcalde para levantar a la ciudad, pero escuché que lo mismo les decía a todos.

En cambio él no puede decirles papitos a todos los que adeudan al municipio, además sería inapropiado utilizar ese lenguaje con gente que no ha tenido la amabilidad de pagar puntual, aunque pensándolo bien, creo que sí debería llamarles papitos a los infractores, porque es una estrategia manipuladora que suaviza la relación.

“Te pasaste la luz roja papito” o “ponte el cinturón papito”, o “quita tu carro de la banqueta papito” ¡Sí funciona!, sólo es cuestión de práctica y ya, aunque tratándose del señor alcalde, creo que necesitará una rimbombante motivación ofrecida por MIGUEL ÁNGEL CORNEJO porque yo no logro convencerlo.

¿Qué le pasará al alcalde? Por qué de pronto parece no importarle la Ciudad; yo creo que está esperando concluir su contrato para irse a descansar, y tal vez ya se dieron cuenta de esa actitud los policías federales y soldados que circulan por la ciudad, porque ni ellos respetan las reglas de tránsito.

Con la presencia de los oficiales en la Ciudad retrocedimos 300 años de historia, invocando el tirano espíritu de don JOSÉ DE ESCANDÓN Y HELGUERA, como avanzada de muerte y destrucción; sello distintivo de la Nueva España.

¡Vamos señor alcalde!, hagamos algo por la Ciudad, aquí llevo un ejemplar de la Constitución Política para leerles el artículo 115 y decirles que tú eres la autoridad; que tú como cabeza del municipio libre y soberano, tienes la facultad de poner orden, porque esa fue la decisión democrática de la minoría que te eligió.

Rescatemos la Ciudad para evitar que pases a la historia como un gobierno fallido, ¡no! Eso jamás, ¡levántate! Pues y ¡vamos! Empecemos por quitarles el autogobierno a quienes se han apropiado de los espacios públicos, porque dentro de esa anarquía, existe un gobierno no legítimo que usurpó tus funciones de alcalde.

Aún estás investido del poder que te otorgó la gente, y con esa chispa que desfallece en ti pero que podría encender a la menor provocación, vamos a decirles que aquí mandas tú. Yo tomaré tu bastón, que pronto se convertirá en tu cetro como símbolo de un imperio que por ahora yace en ruinas.

Sólo tienes que confiar un poco más en ti para iniciar esta misión, para evitar que la gente se acostumbre al desgobierno, porque no tardará también en exigir su parcela de poder; ¡vamos!, aún te quedan fuerzas, tal vez sea lo último que hagas pero al final valdrá la pena.

Estaba de pie frente a él, arropado de una gran convicción y entereza, para influirle valor y coraje, y entonces noté una ligera sonrisa en sus labios, y pensé que al fin había logrado convencerlo de rescatar a la Ciudad, pero me di cuenta que realmente lo que le causaba tanta gracia, eran las niñas del hotel Ritz que también parecían haber perdido la batalla tras repetir todo el día la infructuosa frase: “papito vamos al cuarto”

 

La cosecha

 Platiqué con un amigo que milita en el PRI, y me confió cosas que jamás diría en público. Me dijo por ejemplo, que veía complicada la elección federal del V Distrito, y que la gente habría de cobrarles la factura el día de la elección, y dejarían así asentado su descontento por el desprecio que han mostrado hacia la gente; de optar por la ampliación de la calle 8, en lugar del puente de la colonia Moderna, y además por la corrupción en la que ha incurrido el Presidente de la República y sus funcionarios. Grave el asunto le dije.

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