Estados Unidos, Rusia y China se preparan para la guerra de las galaxias

Los sistemas de seguridad de Estados Unidos reportaron una extraña actividad de un satélite ruso en el espacio exterior. Todo indica que se trata de un láser que podría bloquear las señales de los satélites de otros países e incomunicar a regiones enteras. Carrera armamentística en el espacio.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció el martes pasado su preocupación por la extraña actividad de un misterioso satélite ruso en órbita. A diferencia del resto, sus movimientos son impredecibles y anormales y, para la subsecretaria de Estado para el Control de Armas, Verificación y Cumplimiento, Yleem D.S. Poblete, representa una amenaza y un riesgo inminente a la seguridad nacional de su país y del sistema internacional.

A pesar de la aparente sorpresa del gobierno estadounidense, el desarrollo armamentista en ingeniería militar espacial es bien conocido entre los servicios secretos -al menos- de Rusia, Estados Unidos y China. Este aparato ruso podría ser el famoso “Peresvet”, un láser de combate anunciado por Putin en marzo de este año en una conferencia en la que advirtió que su país tenía “significativos progresos en armas y sistemas de combate con láser”. La misión de estos artefactos parece salida de una película de ciencia ficción: el láser-satélite podría atacar a otros satélites y desconectar todos los servicios que ofrecen estos como el servicio de telefonía móvil, la televisión satelital o los servicios de georreferencia. En pocas palabras, el láser podría dejar un país entero incomunicado.

Desde 1967, el “Tratado sobre el espacio ultraterrestre” regula el uso del espacio exterior y, entre otras cosas, prohíbe firmemente su militarización. Pero los planes de las potencias son muy diferentes: luego de la declaración de Putin, el presidente estadounidense, Donald Trump, propuso la creación de la sexta rama de las fuerzas armadas de su país: la Fuerza Espacial. Antes, la Cámara de Representantes del mismo país aprobó una ley que exigía la creación de un “ejército del espacio”. China, por su parte, a comienzos del año, además de su desarrollo de satélites-láser como el Peresvet, comenzó unas pruebas operacionales de misiles anti-satélite, que desde tierra pueden alcanzar objetivos en la órbita de la tierra

Todos estos planes son confidenciales y el conocimiento del desarrollo de estos aparatos es resultado de los equipos de inteligencia de los países interesados. La carrera armamentista espacial entre ellos se asemeja a la competencia nuclear y al dilema de seguridad de la guerra fría. Para Alexandra Stickings, analista del Royal United Services Institute, la justificación de Estados Unidos para crear su Fuerza Espacial es: “el espacio era realmente pacífico, ahora mira lo que están haciendo los rusos y los chinos”. Y el Centro Nacional de Inteligencia de Estados Unidos advirtió, dándole la razón a Stickings, que era necesaria su creación ya que “si Estados Unidos entrara en un conflicto con Rusia o China, cualquiera de estos justificaría los ataques contra los satélites estadounidenses o aliados”.

Cada vez más países desarrollan las armas. El 10 de agosto, tres días después del aniversario de la bomba de Hiroshima, el vicepresidente estadounidense Mike Pence aseguró que Corea del Norte e Irán tienen también su propio ejército, y la nueva Fuerza Espacial de su país tiene el objetivo de “prepararse para el próximo campo de batalla”.

El avanzado desarrollo de los proyectos espaciales pone en jaque la seguridad del sistema internacional. Si un país logra desconectar los satélites de su oponente, lo dejaría incomunicado, sin ninguna referencia en la tierra y sería un blanco fácil de vencer en la guerra. La preparación de los Estados para la guerra de las galaxias apenas está comenzando.

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