Indignación y emoción…

Indignación y emoción…

¿Por qué hay gente que no respeta los espacios destinados a personas discapacitadas?, ¿Por qué se han expedido tarjetones de discapacidad a quienes están sanos y en plenas facultades físicas?

¿Por qué hay gente que se molesta al ver esas acciones?, y lo más importante, ¿Por qué los jóvenes pueden dar muestra de tolerancia y respeto y los adultos?

Los estudiosos del comportamiento humano aseguran que todo es de acuerdo a la problemática que cada quien vive, el nivel de stress, la educación y hasta los genes de cada persona y la sabiduría popular dice que cada cabeza es un mundo.

Ambas versiones pueden tener verdad, el ser humano es complejo aderezado con el nivel de stress o los problemas de vida de cada quien, todo eso puede generar una situación explosiva, pero igual se puede tener cordura y sensibilidad.

Sin tanta ciencia podemos decir que en el caso de las personas que ocupan los espacios para personas que no pueden caminar bien o utilizan sillas de ruedas es por inconscientes, porque no se dan cuenta de las dificultades a las que se pueden enfrentar las personas para las que están destinadas esos espacios y merecen que se les respete.

Bueno, también hay quienes dicen que es porque quienes ocupan los espacios de discapacitados estando sanos tienen una discapacidad mental que  es más grande que una física.

Con respecto a quienes se molestan porque frente a ellos hay inconscientes que ocupan los cajones para discapacitados gozando de salud física, pudiéramos decir que a cualquier persona con criterio y sensibilidad le molesta que existan otras que actúen arbitrariamente.

¿Qué porque se atreven a llamarles la atención o preguntarles por qué utilizan los espacios que no deberían?, siendo honestos es algo que deberíamos hacer todos, preocuparnos porque exista una cultura de respeto y que quienes necesiten los lugares porque sufren de algún problema físico puedan hacer uso de ellos sin problemas, de hecho todos deberíamos ser vigilantes de que se cumpla y conminar a quienes hacen mal uso a cambiar de actitud aunque exista gente que se moleste.

Decimos que lo más importante es ver que ante esas acciones los jóvenes den muestra de tolerancia e intervengan para que se actúe con respeto, sin llegar a la violencia física o verbal, eso nos demuestran que no todo está perdido, que quizá se tenga parte de una sociedad descompuesta pero también es verdad hay  muchachos comprometidos con su entorno, razón por la que podemos pensar que ellos, los jóvenes, pueden hacer que la sociedad tenga mejor comportamiento, que se tengan entornos más afables.

Todo esto viene a colación porque ayer, al salir de una tiende de autoservicio en la capital del Estado fuimos testigos de una situación que la verdad causo indignación pero más emoción.

Va la historia, un hombre de alrededor de 55 años llega y se estaciona en el cajón especial para personas en sillas de ruedas, se baja con ropa deportiva y hablando por celular, una señora que se percató de lo sucedido le dice, “oiga señor, no hay que ser, usted puede estacionarse en cualquier lugar”.

Dirán muchos, que nadie trae a la señora haciendo esa petición pero la verdad es deber de todo ciudadano hacer que las cosas se hagan bien.

Seguramente jamás espero la señora lo violento que reaccionaria el hombre, que la increpara, “que no está viendo que traigo una calca de discapacitado”, gritaba el tipo, “si señor pero yo a usted lo veo perfectamente, o dígame, cuál es su discapacidad”, le contesta la dama.

Enfurecido el hombre se le acerca y grita, “que le interesa, además mi hija me la consiguió para que no ande batallando con personas como usted”.

Apenas íbamos a pedirle al señor que no fuera grosero con la señora que solo le había hecho una recomendación cuando escuchamos una voz que preguntaba, “¿pasa algo?” y vimos a un muchacho como de unos 20 años que presuroso se acercaba a la señora.

Al escuchar a la dama y ver la actitud del hombre, el joven dice, “señor no es válido faltarle el respeto a una mujer, además es correcto lo que la señora dice, hay gente que si necesita esos espacios”, el agresivo personaje se retira no antes de mandarle un saludo a la madre del muchacho.

Como la situación estaba muy tensa y la verdad no se requiere de más violencia ni de personajes prepotentes, nos quedamos viendo el desenlace, casi a punto de llamar a la seguridad de la tienda, pero no paso a  mayores el incidente que, reiteramos, causó indignación por la actitud del hombre, pero mucha más emoción por la sugerencia de la señora y la defensiva del joven que con toda educación invitaba al señor a tranquilizarse y no ofender a nadie, cuando igual pudo darle un golpe por el saludo enviado a su madre pero impero la cordura en el muchacho más que en el adulto.

Después de lo sucedido les pregunte si se conocían señora y muchacho, “no, pero muchas gracias joven si no hubiera sido por usted no se hubiera detenido el señor, quizá mi error fue decirle que dejemos esos espacios para quienes los necesitan”,  dice la mujer.

“Nos hace falta mucha cultura, más sensibilidad, me molestó la manera en que el señor gritaba a la señora por eso intervine, además está en lo correcto y ningún hombre tiene derecho a faltarle el respeto a una mujer”, contesta el joven.

Escuchar a la señora me agradó su postura porque nunca le falto el respeto al violento hombre, pero la actitud del muchacho definitivamente emocionó porque nos hizo reflexionar, darnos cuenta que no todo está perdido, que si hay gente violenta hay quienes generan paz, que en las nuevas generaciones está el cambio que necesitamos y en eso es en lo que tenemos que trabajar, hoy vemos que la juventud tiene más conciencia de las cosas que muchos que ya estamos bastante creciditos.

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