DEL 2012 AL 2015 :

Jueves, 25 de Septiembre 2014 / www.reportetamaulipas.com
Héctor Garcés
Columna: El Kiosko

Hace dos años, en la elección de 2012, el Partido Revolucionario Institucional
perdió las dos diputaciones federales del sur de Tamaulipas: el Séptimo y el
Octavo Distrito, con cabecera en Ciudad Madero y Tampico, respectivamente.
La caída en las urnas fue sumamente dolorosa para la clase política tricolor, la
que tardó varios meses en reponerse del tremendo golpe que le recetó Acción
Nacional en una región que se caracteriza por su pluralidad y su intensa vida
democrática.
En Tampico, la diferencia que el PAN le sacó al PRI ascendió a más de 26 mil
votos, una cantidad impresionante considerando que el candidato priista,
Fernando Azcárraga López, era una carta que en dos ocasiones había ganado
la presidencia municipal.
Además, en la esquina opuesta, el panista Germán Pacheco, si bien catalogado
como un efectivo operador político, parecía que no llenaba el perfil idóneo para
aplastar el día de la elección. Sin embargo, el ex delegado de la zona norte
obtuvo un triunfo arrollador e histórico.
En el Séptimo Distrito, la sorpresa fue mayor: una virtual desconocida para la
opinión pública, Marcelina Orta Coronado (se sigue sin saber mucho de ella,
pocos saben dónde se encuentra) se alzó con una contundente victoria sobre el
priista Sergio Posadas Lara, experimentado ex alcalde de Madero y ex
legislador federal.
Doña Marcelina no sólo derrotó a Checo Posadas, miembro del sindicato
petrolero, sino que barrió en todo el distrito con un famoso y controvertido
personaje que era considerado el verdadero contrincante del priismo: Genaro
de la Portilla Narváez, dos veces ex alcalde de Altamira y también en dos
ocasiones ex diputado local, abanderado entonces de la alianza de izquierda.
La caída del ‘genarismo’ tuvo un efecto directo en el acomodo de las fichas en
el siguiente proceso electoral, en 2013, por la presidencia municipal. El popular
‘Gordo’ reflexionó y evaluó su desgaste. Así determinó que ya no podía
enfrentarse más al sistema político priista estatal, al menos no en ese momento.
Pero esa es otra historia.
La elección de 2012 dejó profundos traumas entre los miembros del partido
tricolor. Todavía muchos priistas recuerdan con cierto escalofrío lo que les
sucedió esa jornada electoral, justo cuando se disputó la presidencia de la
república, la que ganó, a nivel nacional, Enrique Peña Nieto.

Bien dice una premisa básica para las campañas: ninguna elección es similar a
la anterior. Por ello, en 2013, cuando estuvieron en juego las presidencias
municipales y las diputaciones locales, el Revolucionario Institucional modificó
conductas, diseñó una estrategia electoral de calidad, estableció un riguroso
plan de trabajo de campo y ‘el Día D’ operó su tradicional maquinaria para
imponerse con facilidad sobre los candidatos del panismo en Tampico, Ciudad
Madero y Altamira.
Aunque en Madero los múltiples agoreros del desastre pronosticaban lo peor sin
sustento alguno, Esdras Romero Vega demostró que la estructura partidista y
sindical es capaz de salir adelante, sin olvidar que el fallido aspirante
blanquiazul Agustín de la Huerta relegó la aplicación de los elementos de un
manual básico de campaña.
Por su parte, en Jaibolandia el PAN comenzó a cojear en su operatividad
electoral una vez que los programas sociales federales ya no estuvieron a su
disposición, siendo uno de los factores clave que minaron su presencia en las
colonias (cuestión que ningún panista va a reconocer abiertamente, pero que es
una realidad).
Asimismo, Gustavo Torres Salinas, acompañado de los candidatos a diputados
locales, Eduardo Hernández Chavarría y Olga Sosa Ruiz, formaron una
atractiva fórmula electoral con una característica esencial: son representantes
de la nueva generación política tricolor.
En Altamira, el PAN nunca tuvo nada qué hacer. El triunfo estaba en la bolsa de
Armando López Flores desde que fue designado candidato a la alcaldía, aunque
hubo un momento clave para fortalecer su campaña: cuando Genaro de la
Portilla le brindó su total respaldo. Así se explica, en parte, la regiduría de
Esteban de la Portilla, hijo de ‘El Gordo’.
Ahora viene de vuelta la elección por las diputaciones federales del Séptimo y el
Octavo Distrito. Y apueste que el próximo proceso electoral nada tendrá que ver
con lo registrado en 2012, cuando el PRI sufrió la derrota más dolorosa de su
existencia en Tamaulipas.
Sin embargo, un factor merodea y el cual debe ser analizado a fondo por el
partido tricolor: el peso que tendrá la percepción de la inseguridad pública en la
emisión del sufragio. Ese es el verdadero adversario de los priistas. No son los
‘azules’, ni los ‘amarillos’ (que viven sus propias divisiones internas). Ni siquiera
lo es la inseguridad, sino la percepción de la inseguridad. ¿Entendido?
Bajo esa perspectiva, el PRI deberá ser sumamente cuidadoso en el diagnóstico
de cada uno de los distritos electorales, ya que la selección de sus candidatos
deberá responder a las expectativas del mercado de votantes, los que desean
gente fresca, activa, atenta, que responda a las demandas y solicitudes
ciudadanas, que siempre dé la cara.
Por si fuera poco, lo que suceda en la elección de 2015 impactará de manera
directa en el proceso electoral de 2016, cuando la gubernatura de Tamaulipas
se ponga en juego. El tema promete ponerse candente.
EVENTO TRICOLOR
Como se los adelanté, hoy por la tarde tomará protesta Jesús Silva Gutiérrez
para cubrir un nuevo periodo de tres años al frente del Movimiento Territorial de
Tampico.
Al acto asistirá Humberto Valdez Richaud, mejor conocido como ‘El Betico’,
dirigente estatal del MT, así como el presidente del priismo jaibo, Sergio
Villarreal Brictson, quien ni se despeina de los cuestionamientos que le lanzan
desde tierras porteñas -‘fuego amigo’- a través de ‘analistas’ victorenses. El
líder partidista está en lo suyo: trabajando para recuperar la diputación federal
del Octavo Distrito. Esa es su meta.
¿Y el ONMPRI y la CNOP? Hasta hoy, todo sigue igual. Nadie se mueve. Todos
en espera de la decisión… la que no tarda en llegar.