El PRI jaibo y los acuerdos

Martes, 04 de Febrero 2014 / www.reportetamaulipas.com
Héctor Garcés 
Columna: El Kiosko

Tras la estrepitosa derrota que sufrió el PRI en la elección del 2012 por la diputación federal
del Octavo Distrito, el empresario Eduardo Vela Ruiz pidió para su grupo político la
presidencia del comité priista en Tampico.
Desde entonces, hace un año y medio, la carta del constructor tenía nombre y apellidos:
Ricardo Mora Alvarado, también conocido como ‘El Cebollas’ (se le llama así porque es un
reconocido agricultor, cuya familia se especializó en la siembra de la planta herbácea).
La petición fue escuchada en los más altos niveles de la política de la entidad, pero no fue
aceptada. Tal cual: la propuesta planteada por el propietario de la constructora Aryve se
colocó bajo la lupa del análisis, pero no recibió ‘el visto bueno’ y, por tanto, fue descartada.
Finalmente, en ese relevo por la dirigencia del PRI de Tampico, la presidencia quedó en
manos de otro empresario, Alejandro Acevedo de la Garza, que buscó el máximo cargo del
priismo local cuando muchos consideraban que era un suicidio asumir esa responsabilidad,
luego del naufragio que padeció la nave tricolor en las urnas en aquella elección de 2012.
Esa propuesta que no le fue aceptada a Eduardo Vela Ruiz para manejar el partido tricolor
en tierras jaibas, es un ejemplo que revela el juego del poder: si bien existen personajes
sumamente influyentes, no siempre obtienen lo que desean. Esa es una realidad.
Volvió a ocurrir en la sucesión que se encuentra en proceso en el partido tricolor jaibo: el
poderoso constructor impulsó las aspiraciones de Antonio Casillas Rivera, gerente
administrativo de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) de la
Zona Conurbada.
El impulso se reflejó en una serie de eventos públicos que se realizaron en los días previos a
la sesión extraordinaria convocada por el Consejo Político Municipal del PRI: Antonio
Casillas apareció en la primera fila de diversos actos, incluso, a un lado de Eduardo Vela
Ruiz y de su jefe directo, Francisco Bolado Laurents, gerente general de la Comapa.
Sin embargo, como se sabe, el hombre que resultó apoyado para ser el nuevo presidente
del PRI porteño es el empresario Sergio Villarreal Brictson, que contó con una bendición
especial: la del presidente municipal Gustavo Torres Salinas.
Aquí es donde ciertos ‘grillos’ se aferran a la tesis de que Sergio Villarreal Brictson fue
impuesto por Eduardo Vela Ruiz, cuando en realidad la aprobación y la elección
correspondió al primer priista de la ciudad.

Efectivamente, Sergio Villarreal es un integrante del selecto grupo de empresarios que
aportan recursos a las campañas del partido tricolor, pero eso no quiere decir que forme
parte del grupo que encabeza Eduardo Vela Ruiz, como algunos pretenden hacer creer.
Sergio Villarreal proviene, como ya se anotó en esta columna hace varios días, del grupo de
simpatizantes del proyecto del entonces senador Oscar Luebbert Gutiérrez. Ese es uno de
sus puntos de origen, sin olvidar sus dos vertientes familiares: su suegro es el ex alcalde
Gustavo González García (que juega un papel clave en su llegada a la dirigencia priista
jaiba) y su tío es Javier Villarreal Salazar, ex secretario de finanzas de Tamaulipas.
¿Por qué se señala que Gustavo González García es un personaje clave para entender el
ascenso político del constructor? Por una razón muy sencilla: el ex presidente municipal es
una voz que escucha con atención Gustavo Torres Salinas, el primer priista de la ciudad que
gusta de la construcción de acuerdos.
Este punto en particular, la construcción de acuerdos, algo que caracteriza a la política de
primer nivel, es un aspecto que muchos no alcanzan a entender, acostumbrados a observar
el escenario político desde una actitud y una perspectiva maniqueísta: todo es en blanco o
negro, no existen matices, ni otros colores.
El nuevo dirigente del PRI de Tampico es producto de la construcción de acuerdos que
gusta practicar Gustavo Torres Salinas, cuya trayectoria en el servicio público se ha
caracterizado precisamente por esa premisa básica, elemental, para entender el quehacer
político.
La propia campaña electoral que llevó a Gustavo Torres Salinas a la presidencia municipal
fue la construcción de una serie de acuerdos con los distintos grupos políticos de la
localidad, algunos de los cuales, en inicio, no comulgaban con el proyecto gustavista, pero
que finalmente ofrecieron su respaldo al aspirante priista -ahora alcalde- al convencerse de
la propuesta enarbolada.
Así es la política: negociación permanente y articulación de argumentos. En ese ejercicio
cotidiano, a veces se avanza en el logro de objetivos, en otras se cede para consolidar y
unificar criterios (y eso incluye a los cetemistas, que dejaron la secretaría general del comité
local priista, pero ganaron dos regidurías en el Cabildo tampiqueño).

SAMIRA SOSA, SECRETARIA
Ahora que Felipe Jiménez Martínez dejará la secretaría de Participación Ciudadana del
Ayuntamiento de Madero para dedicarse de lleno a la presidencia del comité local tricolor,
es cuestión de días para que Samira Sosa Gallardo ocupe ese cargo en la administración
municipal.
Prácticamente será un enroque, ya que Samira Sosa es secretaria general del comité
tricolor maderense saliente, aunque ya tiene una responsabilidad administrativa en el
Ayuntamiento de la urbe petrolera.

YA NO LO QUIEREN…
Sergio Meza López no es el único dirigente panista en la zona sur que tiene un buen número
de militantes en contra. En Altamira, muchos ya no quieren a Abraham Romero Licona al
frente del partido blanquiazul.
Después de los 10 años en que Silvia Cacho hizo y deshizo con un estilo donde nomás sus
chicharrones tronaban, la dirigencia panista altamirense cayó en un virtual vacío, en un
fangoso terreno del que nada bueno se espera en el corto o mediano plazo. 

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