Hablando de la soga en lacas del Ahorcado

Miercoles,23 de Septiembre del 2015 /www.reportetamaulipas.com  
Ernesto H. Salgado    
Columna: Plaza  

No es hablar de la soga en casa del ahorcado, pero el Partido Revolucionario Institucional, debe mirar hacia abajo y ver en las nuevas generaciones el relevo oportuno para continuar siendo el partido de las mayorías. La cesión del mando se defiende diciendo que “sabe más el diablo por viejo que por diablo” pero a ellos les recordamos lo que afirmó el filósofo alemán Kant, que decía que sabe más no el que tiene más años, sino el que más ha visto y observado”
En Matamoros, para no ir más lejos, el PRI cuenta con cuadros jóvenes valiosos, preparados, capacitados y pese a su edad muy experimentados en las tareas partidistas y de entrega a la sociedad.

Enumerarlos a todos nos dejaría con la sensación de omitir a algunos, pero si esto ocurre es por olvido : Anote Ud. a Julio Villarreal Zamorano que hoy despacha al frente de la PROFECO en ésta ciudad, Gerardo de la Cruz Carrillo delegado de la Secretaría de Fomento económico y Turismo del gobierno del estado, Mario Tapia, del Movimiento Territorial del PRI del que ya fue presidente.

Anto Tovar, hoy secretario de organización del comité municipal del tricolor, Fabián Vázquez, director del CONALEP, Omar Masso director del ITACE, Roberto López, secretario general de la FTSE en Matamoros, Humberto Zolezzi, ex regidor, Pablo Guerra, Pedro Luis Coronado dirigente de la CNOP y recién electo diputado federal suplente, y muchísimos más que hoy son la fuerza del PRI.

Dejaba fuera a Gonzalo Treviño, subsecretario del transporte en Tamaulipas, Aristóteles Cerda.
Según las estadísticas “en México, la población de 0 a 25 años de edad es del 46%, de los 25 a los 54 años el 40.4%, mientras que, de 55 años en adelante, representa un 13.6 por ciento. De los 123 millones de mexicanos, casi el 60% de la población económicamente activa es menor de 55 años (la edad promedio es de 38 años).

Somos un país de jóvenes, pero conducido por viejos. Esto viene a cuento, debido a que el poder político ha sufrido un cambio generacional, que se debe hacer patente en la selección de los candidatos que el partido mayoritario pondrá como abanderados en la próxima contienda electoral.

El mayor número de votantes, está visto, son jóvenes, ¿por qué ponerles de candidatos a viejos que ya van de retirada o que ya tuvieron su oportunidad?
Esto de la política es generacional, y no podemos ni debemos mezclar chancla con zapato, Los viejos deben abrir la brecha para que los nuevos cuadros entren a la batalla bien dirigidos y orientados, pero deben ser ellos los que salgan a la batalla.
Por lo pronto hablando de jóvenes mañana estará en Matamoros la secretaria de Fomento económico y Turismo, Mónica González, ésta ocasión viene para inaugurar la II Feria estatal del empleo en ésta ciudad.

Ella sigue con su sonrisa inefable conquistando a los matamorenses y si otra cosa no sucede de último momento podría ser la candidata del PRI.

Claro que sus rivales no son la mona de los cerillos y levantan la mano para gritar ¡aquí estoy! En este terreno se encuentra Alfonso Sánchez y el jefe de la Oficina Fiscal, ambos ya en la lista de ex presidentes municipales. Los dos valiosos y con buenos resultados.

Y ya encarrerados le platico lo que dice un proverbio árabe: “Si no tienes un viejo en tu casa cómpralo, porque les va hacer falta” Sospecho que esto lo dijo un árabe sabio y viejo que buscaba cobijo. Pero regresando al tema en serio, es urgente que el partido ceda la estafeta a los cuadros jóvenes, entiendo que Rafael González Benavides con casi setenta años encima se resista a ello pero deben convencerlo.

Y la gente vuelve la mirada hacia Verónica Salazar, presidente del DIF y única carta que les queda a los Salazar que ahora la proyectan como aspirante a la candidatura del PAN. Tuvo su evento en donde llenó al auditorio Mundo Nuevo.
Claro que finalmente los cuadros panistas tienen ya elegido a Carlos García como candidato, pero el juego todavía no se acaba así que el balón sigue en la cancha, hasta que silbe el árbitro.