Lunes,25 de Enero del 2016 /www.reportetamaulipas.com
Martin Sifuentes
Columna: En Vivo
La primera impresión que queda, después de observar el tan prolongado proceso de selección de candidato para gobernador de Tamaulipas, tanto en el PRI, como en el PAN, es que hacía el interior de ambos partidos, la designación se da en un ambiente tenso y que tras el resultado, hay y habrá enojos y distanciamientos.
Probablamente no presenciemos un rompimiento público más allá de la ausencia en la foto, de alguno de “los que no fueron”, levantándole la mano “al que si fue”, pero evidentemente, aún con la firma de todos los pactos de unidad que se dieran, dos o tres participantes saldrán enojados del juego.
En el caso de los priistas, fue inusual y extraño que se permitiera que siete personajes entraran a la cancha, todos delanteros y todos buscando meter el gol. Siete son muchos, no puede haber entendimiento, no se comparten la bola.
Por el lado panista, las cosas no terminan bien y el ya desde antes notorio distanciamiento entre los equipos del senador y la alcaldesa, hoy se hace más grande.
Los diez políticos tamaulipecos que buscaban las dos candidaturas, presumen de tener una estructura propia, un capital político importante que pondrían a disposición de su partido. Hoy eso podría estar en riesgo, porque los enojados pueden decidir, aunque no públicamente, no apoyar.
Esa historia la hemos visto ya localmente muchas veces. “No me dieron lo que quería, no apoyo, no participo”.
Ya lo dirán en los próximos días. “Urgente, Operación Cicatriz”, “Necesario, reforzar la unidad partidista”, “No existe el fuego amigo”. Sin embargo, está claro que las compensaciones no serán suficientes y que aparte de la lucha electoral, se habrá de librar otra, la interna para resanar heridas y contentar enojados.
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