Río 2016: de la fiesta a la preocupación

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Agencias/ReporteTamaulipas
Martes,29 de Diciembre del 2015

 Dos de octubre de 2009 en Copenhague, Dinamarca. Después de tres rondas de votación, Río de Janeiro supera a Madrid, Chicago y Tokio para conseguir la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.

Sería la primera vez que los Juegos se realizarían en Sudamérica, y nada menos que en un país que dos años antes había sido elegido para organizar la Copa del Mundo de 2014 y se anunciaba al mundo como una nueva superpotencia.

Acompañado por Pelé y sin poder contener las lágrimas, el entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva catalogó el hito como “el día más emocionante de mi vida”.

“Vamos a demostrar al mundo que podemos ser un gran país. No somos Estados Unidos, pero estamos llegando, y llegaremos a ese punto”, proclamó un optimista mandatario. Mientras, al otro lado del planeta en las famosas playas de Río, multitudes vestidas de verde y amarillo festejaban con banderas, música y baile.

Seis años más tarde, la cita está a la vuelta de la esquina. Y a menos de ocho meses de la ceremonia inaugural, la música dejó de sonar y nadie baila de alegría.

Brasil encara los Juegos Olímpicos de 2016 en medio de una profunda recesión económica, inestabilidad institucional por un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, acusaciones de corrupción en los contratos para construir las obras, y preocupación por la contaminación en las sedes de las competencias acuáticas.

Lo que en 2009 parecía como una gesta difícil pero no imposible— organizar el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos en un plazo de dos años— ahora luce como una tarea quijotesca que amenaza con pasarle una costosa cuenta a la economía brasileña en las próximas décadas.

“Río es una ciudad con mucha desigualdad”, dijo recientemente a The Associated Press Orlando Santos Jr., profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y quien ayudó en la investigación de un informe sobre problemas relacionados con los Juegos. “Después de los Juegos, será incluso más injusta y segregada. Habrá más riqueza en unas pocas zonas, pero no habrá mejoría para la mayoría de la gente”.

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