Los árboles del 8

Más allá de la pasión por la ecología y la revuelta casera estilo pussy riot, creo que la tala de los árboles del 8, merecen una historia que nadie contará, y quienes pudieron haberla contado ya murieron, de manera que cortarlos, significaba haber dado rienda suelta a la voracidad de la sierra eléctrica, que en este caso, apareció como símbolo inevitable de muerte en el equinoccio de primavera, cuando todo florece y que por obvias razones se contrapone a la propuesta nociva de quitar de en medio a quienes nos estorban, en este caso, los árboles porque nacieron en lugar prohibido, donde a nadie le sirven, por eso había qué cortarlos para dar paso a la majestuosidad del asfalto en que se convertirá esa zona para impulsar el desarrollo urbano y ser parte del proyecto de vanguardia nacional, lejos del paisaje semiurbano de calles de tierra del siglo pasado, que evocan la miseria de un país con menos aspiraciones que los vehículos de dos ruedas, por eso había que desaparecer a los árboles, porque ya les había llegado la hora de morir, pasados por los dientes de metal que en segundos verían caer un mastodonte verde sin tiempo de decir ¡fuera abajo! ante los atónitos ojos del hacha preguntándose ¿cómo lo hizo?, y quedar asombrados por el avance de la tecnología que todo lo abreva y lo simplifica, sin necesidad del esfuerzo físico cuyo golpe mortal hacía quizás más agonizante el momento para los rugosos que salvo por su lujuriante presencia estaban en el lugar equivocado y les había tocado por ese hecho, entregar el equipo y dar cuentas de su paso por esta vida, larga por cierto, aunque hay otros que dan cuenta de 100 años y más y aún están vivitos y coleando, claro, nacieron fuera de la línea de fuego y podrían permanecer otros cien años más si las plagas no disponen otra cosa, en fin, lo cierto es que todavía es momento para fotografiar la naturaleza de este grupo de árboles, por quienes un montón de señoras escribieron leyendas en cartulinas y se postraron frente a los hombres trabajando y detuvieron la acción, de lo contrario no vivirían para contarla y no estaríamos ante la posibilidad de recitar la fúnebre idea nacionalista: un sepulcro para ellos de honor, aunque creo que ni eso, porque muy cerca de ahí estaba lista una hermosa máquina trituradora de madera, con muchas ganas para rebanarles el pellejo.